Ensayo de permanencia: José Dávila en Albarrán Bourdais

Por María Elena Lozano – Periodista cultural

La exposición Ensayo de permanencia marca la primera colaboración entre José Dávila y la galería Albarrán Bourdais, en Menorca.

Hasta el 18 de octubre, el espacio reúne esculturas e instalaciones que ponen en diálogo equilibrio, fragilidad y permanencia como ejes centrales de la práctica del artista.

Dávila, formado como arquitecto, traslada a su trabajo escultórico una exploración de las estructuras que sostienen lo visible y lo invisible. Sus piezas, realizadas con materiales como piedra, vidrio, acero y elementos orgánicos, se presentan como ejercicios de tensión donde la resistencia convive con la inestabilidad.

Equilibrio y tensión en las esculturas

En el recorrido se encuentran obras pertenecientes a la serie Inquietud fundamental, que ocupan los primeros niveles de la galería. Allí, bloques de piedra, vigas y objetos cotidianos se combinan en composiciones que desafían la gravedad. Estas estructuras suspendidas invitan a reflexionar sobre la precariedad como condición inherente al habitar y sobre el modo en que los cuerpos —humanos y materiales— negocian constantemente con el entorno.

Fragmentaciones del espacio interior

La exposición también incluye una selección de lienzos de lino crudo en los que Dávila plantea geometrías elementales: círculos, cuadrados y triángulos recortados en la superficie. Estas formas, concebidas como negativos, tensionan la relación entre vacío y presencia, entre lo orgánico de la tela y lo rígido de la geometría. El resultado son composiciones que sugieren un orden posible dentro de la aparente arbitrariedad del espacio.

Un ensayo sobre lo frágil y lo permanente

El nivel superior acoge una instalación donde piedras de río, troncos y vigas pintadas se suspenden en un delicado equilibrio. En esta escena, la fragilidad adquiere una fuerza poética que transforma la percepción del tiempo: lo efímero y lo sólido conviven en una coreografía silenciosa.

Más que una exposición que busque la espectacularidad, Ensayo de permanencia propone un espacio de contemplación. En él, los objetos se convierten en metáforas de nuestra relación con la materia, recordando que la permanencia nunca es absoluta, sino una construcción inestable y provisional.

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